The Who: la banda que me enseñó que romper cosas también puede ser arte
Hay grupos que te acompañan en la vida. Y luego están aquellos que te despiertan, que te sacuden por dentro, que te hacen mirar tu propio caos y decir: "Está bien no encajar".
The Who fue eso para mí: un golpe eléctrico en el pecho, una forma de entender que la furia, la frustración, la confusión y la rebeldía también pueden tener ritmo, forma y belleza.
Que romper tu guitarra no es un acto de destrucción, sino una declaración de libertad.
🔥 Antes del punk, ya estaban ellos
Descubrí a The Who en plena adolescencia, esa edad en la que no sabes si estás construyendo algo o simplemente huyendo. “My Generation” fue como una cachetada. Esa frase, “I hope I die before I get old”, sonaba como un grito que yo mismo no sabía que tenía dentro.
Y ese tartamudeo de Roger Daltrey, esa forma de escupir la canción… no era un defecto, era actitud.
The Who no eran los más técnicos, ni los más guapos, ni los más correctos. Pero eran reales. Crudos. Explosivos.
Pete Townshend tocaba la guitarra como si quisiera quemar el escenario. Keith Moon, ese demente hermoso detrás de los tambores, no tocaba la batería: luchaba con ella.
John Entwistle, el bajista más serio del mundo, era el que sostenía la tormenta. Y Daltrey… bueno, era la voz del alma rota.
💣 Óperas rock, caos y redención
Podían haber sido solo una banda de singles violentos, pero fueron mucho más. Cuando escuché Tommy por primera vez, no entendía nada… pero lo sentía todo.
Un niño ciego, sordo y mudo que se convierte en un mesías del pinball: no hacía falta comprender la trama para saber que eso hablaba de todos nosotros. De los traumas, del aislamiento, de la esperanza.
Luego llegó Quadrophenia, y me partió en dos. Esa historia de Jimmy, dividido entre cuatro personalidades, atrapado entre la niebla de la identidad y el deseo de pertenecer… fue como leer mi propio diario sin haberlo escrito nunca.
Y ahí estaban esas canciones: “Love Reign O’er Me”, “The Real Me”, “5:15”. Himnos de alguien que solo quiere ser escuchado y no sabe cómo. The Who no componían para el éxito: componían para la verdad.
🚬 Más allá de las explosiones
Claro, eran famosos por volar amplificadores y romper instrumentos. Pero detrás de esa violencia había arte. Había contenido.
Pete Townshend es uno de los letristas más agudos y filosóficos del rock, capaz de escribir sobre culpa, espiritualidad, juventud perdida y redención con una crudeza que desarma.
Y Keith Moon… qué decir de él. Su muerte fue como el colapso de una estrella. Un talento puro que no sabía cómo contenerse, un niño eterno en guerra consigo mismo. Nunca volvió a ser lo mismo sin él.
🛠️ Legado que se construye desde las ruinas
The Who nunca se disolvió del todo. Se fragmentó, se reconstruyó, se adaptó. Porque esa es su esencia: resistir, incluso rotos.
Escucharlos hoy todavía duele, pero es un dolor que abraza. Porque sigue hablándome como entonces, cuando estaba perdido y necesitaba una banda que me dijera que estaba bien no saber quién eres.
No fueron los más populares. No fueron los más premiados. Pero cuando escucho “Baba O’Riley” y ese sintetizador empieza a subir, siento que todo tiene sentido otra vez. Que todavía queda algo de belleza en medio del ruido.
🧨 The Who no es una banda. Es un espejo roto. Y por eso es real.
The Who me enseñó que romper cosas no es malo si lo haces para reconstruirte. Que la rabia también puede tener melodía.
Que el ruido es parte del viaje. Y que a veces, solo necesitas un grito, una guitarra, y una batería desbocada para seguir adelante.
Así que sí: quizás no cambiaron el mundo.
Pero cambiaron el mío.
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