Sex Pistols: el vómito perfecto que el rock necesitaba
No eran músicos. No eran poetas.
Tampoco querían serlo.
Los Sex Pistols llegaron como una patada en la cara a todo lo que el rock se estaba convirtiendo: egos inflados, solos eternos, ídolos de estadio.
Ellos eran lo contrario: feos, sucios, ruidosos, desafiantes y absolutamente necesarios.
La primera vez que los escuché, sentí que algo se rompía en mí. No era solo la distorsión de “Holidays in the Sun” o el rugido desafinado de Johnny Rotten.
Era la rabia pura, sin barniz, que parecía decir: “Tú también puedes hacerlo. Aunque no sepas cómo.”
💀 “Never Mind the Bollocks”: un disco, una bomba
No necesitas entender el punk para entender Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols.
Solo necesitas estar harto.
Harto del sistema, de los adultos, de la corrección, de las mentiras bonitas.
Este disco —el único álbum oficial de estudio de la banda— es un manual de demolición emocional. Cada canción es un escupitajo a la autoridad.
“God Save the Queen” no es solo una canción: es una blasfemia convertida en himno. En pleno jubileo de Isabel II, Rotten cantaba que no había futuro para ti.
Ni para mí. Y tenía razón.
“Anarchy in the UK” fue mi entrada a un mundo donde no hacía falta permiso para romper cosas. Porque las cosas ya estaban rotas.
☠️ No eran artistas. Eran una reacción
Lo mejor (y peor) de los Sex Pistols es que nunca pretendieron durar.
Eran una combustión espontánea. Un producto del nihilismo británico de los 70: paro, desencanto, clases obreras olvidadas, juventud sin futuro.
Malcolm McLaren, su manager, los vendía como escándalo andante.
Sid Vicious, más mito que músico, fue su mártir.
Steve Jones y Paul Cook ponían la base rugosa.
Y Rotten… Rotten era la voz del vómito colectivo. Sarcástico, furioso, sucio, lúcido.
No tocaban bien. No importaba. Tocaban con rabia. Y eso vale más que mil escalas bien hechas.
🧨 Impacto: el incendio que prendió todo
Dijeron que no sabían tocar.
Y eso inspiró a miles de bandas que pensaban que no podían formar una.
Dijeron que no durarían.
Y duraron más que muchos de sus contemporáneos, no en años, sino en influencia.
Sex Pistols abrieron una grieta. Por ahí se colaron The Clash, Buzzcocks, Siouxsie, Nirvana, el DIY, el fanzine, el “hazlo tú mismo aunque no tengas idea”.
Si hoy hay gente grabando en su cuarto sin miedo, es en parte por ellos.
🧷 Los Sex Pistols no fueron una banda. Fueron un escupitajo histórico con ritmo.
No los escucho cuando quiero belleza.
Los escucho cuando quiero destruir, resetear, empezar de cero.
Cuando quiero que alguien me recuerde que el arte también puede ser feo, incómodo, molesto.
Y que eso, en ocasiones, es lo más honesto que se puede hacer.
No hay comentarios: